Escrito por 6:38 am Expo & React Native, Mobile Development, Software

El verdadero coste de una app móvil empieza en el segundo año

Introducción

El primer año casi nunca es el problema.

La mayoría de las apps móviles sobreviven su primer año a base de impulso. Los plazos aprietan, las funcionalidades son evidentes y el equipo todavía recuerda por qué se tomaron ciertas decisiones. La velocidad parece alta y los trade-offs parecen razonables.

El segundo año es cuando la realidad empieza a cobrar intereses.

Es el momento en el que el mantenimiento supera a la novedad, en el que las decisiones “temporales” se vuelven permanentes y en el que el coste de la complejidad empieza a acumularse. Ahí es cuando muchos equipos descubren que el precio real de una app nunca se pagó al principio.

En este artículo explicamos por qué el segundo año es el punto de inflexión, cómo la complejidad duplicada drena a los equipos en silencio y por qué reducir la superficie de la complejidad importa más que intentar eliminarla.

Por qué el primer año parece barato

En el primer año, casi todos los equipos optimizan para una sola cosa: sacar el producto.

Las funcionalidades parten de cero.

Los flujos de código son cortos.

Los bugs son visibles y fáciles de aislar.

Las personas que construyeron el sistema siguen ahí.

Incluso con dos codebases nativas, el progreso parece manejable. iOS y Android avanzan en paralelo y el coste de la duplicación queda oculto por la inercia.

En nuestra experiencia, este es también el momento en el que se subestima el mantenimiento futuro. Las decisiones se justifican con frases como “luego lo arreglamos” o “esto ahora es suficiente”. Y durante el primer año, normalmente lo es.

El problema es que el software no olvida esas decisiones.

El segundo año es donde la duplicación se convierte en deuda

En el segundo año, la app ya tiene usuarios, casos límite y presión de negocio. Los bugs dejan de ser teóricos. Llegan como tickets de soporte, malas reviews o métricas de churn.

Aquí es donde las codebases duplicadas empiezan a cobrar intereses.

Dos codebases significan:

  • El mismo bug corregido dos veces
  • La misma funcionalidad revisada dos veces
  • El mismo debate arquitectónico ocurriendo en paralelo
  • El mismo onboarding repetido para cada nueva persona

Ninguno de estos costes es dramático por sí solo. Lo peligroso es su persistencia. Cada sprint los hereda. Cada roadmap los asume.

Con el tiempo, las prioridades se desalinean. Una plataforma recibe un fix antes que la otra. La otra se queda atrás. El comportamiento empieza a diferir de forma sutil. El equipo de producto añade excepciones específicas por plataforma. Los ingenieros pasan más tiempo sincronizando que construyendo.

Esto no es un fallo de ejecución. Es el resultado natural de sistemas duplicados.

React Native no elimina la complejidad

React Native suele entenderse mal en ambos extremos.

Algunos equipos creen que elimina la complejidad por arte de magia. Eso es falso.

Otros lo descartan porque “la complejidad sigue existiendo”. Eso también pierde el punto.

React Native no elimina la complejidad.

Reduce la superficie donde vive la complejidad.

En lugar de dos capas de UI, dos máquinas de estado y dos implementaciones de lógica de negocio, existe un núcleo compartido. El código específico de plataforma sigue ahí, pero es explícito, acotado y deliberado.

Esa diferencia importa.

Cuando aparece un bug, hay un único lugar donde mirar primero.

Cuando cambia un comportamiento, cambia en todos lados por defecto.

Cuando el equipo razona sobre el sistema, lo hace con un solo modelo mental.

Esto no hace que la app sea simple. La hace gobernable.

El efecto compuesto que muchos equipos no ven

La ventaja real no es la velocidad en el primer año.

Es la claridad que se acumula en el segundo y en los siguientes.

La lógica compartida se compone.

Las revisiones compartidas se componen.

El entendimiento compartido se compone.

Lo contrario también es cierto. Cada decisión duplicada acumula confusión. Cada abstracción bifurcada acumula riesgo. Cada workaround acumula trabajo futuro.

En el tercer año, los equipos ya no preguntan “¿qué tan rápido podemos entregar?”

Empiezan a preguntarse “¿por qué todo tarda tanto?”

Para entonces, la arquitectura ya está respondiendo por ellos.

La mirada senior: por qué esto es una decisión de negocio

Esto no es un debate de frameworks. Es una decisión sobre curvas de coste.

Mantener dos stacks móviles no cuesta el doble. Cuesta más. La coordinación, la carga cognitiva y la inconsistencia crecen de forma no lineal.

Desde el punto de vista del negocio, las preguntas relevantes son:

  • ¿Cuánto cuesta cada nueva funcionalidad en el segundo año?
  • ¿Qué tan rápido podemos reaccionar cuando el mercado cambia?
  • ¿Qué tan fácil es que una persona nueva sea productiva?

Las decisiones arquitectónicas fijan esas respuestas mucho antes de que finanzas las vea reflejadas.

Conclusión

El primer año premia la velocidad.

El segundo año premia la contención.

El coste real de una app móvil no es el primer release. Son los años viviendo con las consecuencias de las decisiones tempranas. Reducir la superficie de la complejidad no es una cuestión de elegancia. Es una forma de preservar el momentum cuando los éxitos fáciles ya se acabaron.

Los equipos que piensan en el segundo año no avanzan más lento. Avanzan durante más tiempo.

Llamado a la conversación

Si hoy mantienes una app móvil, pregúntate dónde vive tu complejidad y a qué ritmo se está acumulando.

Si estás navegando estos trade-offs o ya sientes el peso de las decisiones del segundo año, conversemos sobre cómo estabilizar tu arquitectura antes de que los intereses sigan creciendo.

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Last modified: diciembre 30, 2025

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